El pasado 8 de septiembre de 2025, los líderes de los países que conforman el bloque BRICS sostuvieron una cumbre virtual extraordinaria convocada por Brasil, en un contexto internacional marcado por tensiones comerciales y políticas derivadas de las recientes medidas unilaterales impulsadas por Estados Unidos. La reunión tuvo como eje central la necesidad de fortalecer un orden internacional más justo, inclusivo y equilibrado, capaz de responder a las transformaciones económicas actuales y a los desafíos derivados del proteccionismo y las guerras arancelarias. Al respecto, los mandatarios coincidieron en que la creciente instrumentalización del comercio como herramienta de presión política amenaza la estabilidad global, obstaculiza el desarrollo sostenible y profundiza las asimetrías entre las economías desarrolladas y las emergentes.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, planteó que el foro tiene "la legitimidad necesaria para liderar una refundación del sistema multilateral de comercio, con bases modernas, flexibles y volcadas a las necesidades del desarrollo". En su intervención, denunció que los principios fundamentales que sostuvieron el orden económico global desde 1945, como las cláusulas de Nación Más Favorecida y de Trato Nacional, han sido progresivamente erosionados.
Para Lula, la imposición de barreras arancelarias y restricciones selectivas por parte de Washington ha transformado dichos principios en meras declaraciones, dejando a la Organización Mundial del Comercio prácticamente paralizada y con una capacidad limitada de intervención. Su postura coincidió con la de otros líderes del bloque, como el presidente chino, Xi Jinping, quien subrayó que el hegemonismo, el unilateralismo y el proteccionismo se encuentran en expansión, socavando las normas internacionales del comercio y alterando de forma grave el equilibrio de la economía global.
En la misma línea, otros participantes reforzaron la idea de que el BRICS debe convertirse en una plataforma articuladora de las demandas del Sur Global y en un catalizador para transitar hacia un orden internacional multipolar. El presidente iraní, Masud Pezeshkian, destacó que los países en desarrollo deben contar con una representación más equitativa y con capacidad real de incidencia en las decisiones que configuran la gobernanza económica mundial.
Por su parte, el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, instó a "fortalecer las capacidades de los BRICS para contribuir a la creación de un régimen internacional mucho más justo y equilibrado". Estas posiciones convergen en la necesidad de redefinir las reglas del comercio global y avanzar hacia un sistema que limite la discrecionalidad de las grandes potencias y otorgue mayor margen de acción a las economías emergentes.
La cumbre también abordó las implicaciones de utilizar el comercio como herramienta de injerencia en asuntos internos de terceros países, un fenómeno que, según los líderes, socava la paz y obstaculiza el desarrollo global. Si bien Estados Unidos no fue mencionado explícitamente en todos los comunicados oficiales, las referencias al incremento de las tarifas y al recrudecimiento de las barreras comerciales apuntan directamente a las políticas impulsadas por la administración Trump. En respuesta, el BRICS planteó la necesidad de ampliar los mecanismos de cooperación económica entre sus miembros, diversificar las asociaciones comerciales y fortalecer las cadenas de suministro internas, con el objetivo de reducir la dependencia de mercados tradicionales y construir resiliencia ante choques externos.
Además, se definieron dos espacios clave en los que el bloque buscará proyectar una voz común y una narrativa coherente frente a la comunidad internacional. El primero será la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebrará a finales de septiembre, y donde el bloque pretende presentar una posición coordinada sobre multilateralismo, comercio y desarrollo. El segundo será la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, prevista para marzo de 2026 en Camerún, que podría convertirse en un escenario decisivo para presionar por reformas estructurales que devuelvan operatividad a la OMC y fortalezcan la seguridad jurídica en el comercio internacional.
A pesar de los consensos alcanzados, persisten incertidumbres sobre la efectividad real del bloque como contrapeso al poder económico de Estados Unidos y otros actores dominantes. La reciente expansión del BRICS, que incorpora economías con intereses y prioridades heterogéneas, plantea tanto oportunidades como desafíos: por un lado, la diversidad amplía el alcance geopolítico y la capacidad de negociación del grupo; por otro, podría dificultar la adopción de posiciones uniformes y comprometer la coherencia de sus propuestas. En este sentido, la reunión del 8 de septiembre representa un esfuerzo por mostrar cohesión y determinación, pero también revela la complejidad de articular agendas nacionales diversas bajo un marco colectivo.

Sharon Picado Villalobos
Agente de Inteligencia Comercial y Jefa de Operaciones en STRATEGA. Licda. en Administración Aduanera y Comercio Exterior de la Universidad de Costa Rica. Especialista en Inteligencia Comercial.
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