Investigadores de la Universidad John Hopkins han publicado recientemente un artículo en Frontiers en el que detallan cómo la tecnología cerebro-máquina tiene el potencial de ser incluso más potente y eficiente que los modelos de aprendizaje automático en determinados campos, creando una hoja de ruta para su aplicación. Este nuevo campo de la «bioinformática» implicaría el uso de cultivos de células neuronales en 3D e interfaces cerebro-máquina, creando un hardware biológico que podría procesar la información más rápidamente que los ordenadores tradicionales. El equipo demostró anteriormente su concepto entrenando células para jugar al Pong y ahora tiene más aspiraciones de aplicaciones médicas.
La inteligencia organoide (IO) es un nuevo desarrollo en el que los científicos están creando ordenadores biológicos con cultivos tridimensionales de células cerebrales humanas (organoides) y tecnologías de interfaz cerebro-máquina. Estos organoides poseen ciertos atributos del cerebro humano que son esenciales para tareas intelectuales como aprender y recordar. En otras palabras, podrían llegar a actuar como mejores procesadores que los actuales ordenadores con programas de IA.

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