SOBRE EL ISLAM Y EL ISLAMISMO:
El Islam (en árabe: الإسلام, al-Islāmi) se trata de una fe monoteísta y abrahámica que sigue el Corán como su texto sagrado. Fue establecida en el siglo VII por Mahoma y se caracteriza por su alcance global, con una presencia destacada en el Sudeste asiático, Oriente Próximo y África. Con aproximadamente 1.800 millones de seguidores, el islam ocupa el segundo lugar en cuanto a número de creyentes en todo el mundo y se divide en varias corrientes, siendo las principales el sunismo y el chiísmo.
A nivel global, aproximadamente una de cada cuatro personas profesa el islam. Es importante destacar que el término «islam» no debe confundirse con el término «árabe», que se refiere a un grupo étnico-lingüístico que utiliza el idioma árabe, tal como se contempló en la primera parte de esta serie de artículos. De hecho, más del 50% de la población musulmana no es de origen árabe. La mayoría de los seguidores de esta religión residen en la región de Asia-Pacífico, con países como Indonesia, Pakistán, India y Bangladés como principales bastiones. No obstante, en los países de habla árabe, la población musulmana representa aproximadamente el 90% de la población total.
El islam se divide principalmente en dos grandes grupos: el sunismo y el chiísmo. Esta división se originó tras la Primera Fitna, un conflicto que surgió después de la muerte del profeta Mahoma en el año 632. Desde entonces, la rivalidad entre estos dos grupos ha influido significativamente en la geopolítica de Oriente Próximo y ha tenido un papel destacado en muchos conflictos regionales.
La muerte del profeta en el año 632 marcó el inicio de una intensa disputa dentro del islam que culminó en el año 661, al término de la Primera Fitna o conflicto islámico, cuando el sunismo y el chiísmo tomaron rumbos separados. Los seguidores del sunismo sostuvieron que Abu Bakr, un amigo cercano de Mahoma, debía asumir el liderazgo, mientras que los partidarios del chiísmo respaldaron a Alí, quien era primo del profeta. Con la victoria del bando suní, el chiísmo quedó relegado a una minoría dentro del islam y, a lo largo de la historia, ha enfrentado persecución dentro de la misma religión.
La rivalidad entre estas dos corrientes del islam ha dejado una huella profunda en numerosos conflictos por el poder en naciones árabes. Esto se evidenció en el caso de Irak, donde el gobierno suní liderado por Saddam Hussein gobernaba sobre una población mayoritariamente chií. También se apreció en Siria, donde la familia alauí Al Asad, una rama distante del chiísmo, dominaba el país, generando tensiones con la población suní. Además, la región ha sido testigo de tensiones regionales notables entre Irán, que es un bastión del chiísmo, y Arabia Saudita, que sigue el sunismo fundamentalista.
Además de las divisiones entre suníes y chiíes, la Primera Fitna también fue el origen de una nueva rama independiente en el islam conocida como el jariyismo. El término árabe «jariyí», que significa «el que sale», se refiere al grupo de musulmanes que abandonaron el bando de Alí en el año 657, cuando este aceptó una mediación para resolver sus diferencias con su oponente.
Sin embargo, los jariyíes no fueron los primeros en apartarse de la doctrina única del islam. En realidad, los coranistas tomaron la decisión de seguir su propio camino tras la influencia del segundo de los califas ortodoxos, Omar, quien gobernó el imperio islámico entre los años 634 y 644. Durante su mandato, Omar prohibió el «hadiz», que hace referencia a los relatos o dichos de Mahoma transmitidos por testigos de segunda mano. Estos relatos no son considerados textos sagrados por los coranistas.
En paralelo al desarrollo del islam oficial, el ascetismo y el misticismo islámico siguieron su propio curso, culminando en lo que hoy conocemos como sufismo. El sufismo se distingue por sus valores, rituales, creencias y, en ocasiones, instituciones propias, y busca la unión mística con Alá.
El Islam establece como una premisa fundamental (shahada) para sus seguidores la declaración de que «No hay más dios que Dios y Mahoma es su profeta». La palabra árabe que se castellaniza como «Alá» significa Dios y tiene una etimología compartida con la palabra semítica «El», que se utiliza para referirse a Dios en la Biblia y la Torá. El Islam enseña que Dios es misericordioso, omnipotente y único, y que ha guiado a la humanidad a través de profetas, escrituras reveladas y señales naturales. Las principales escrituras del Islam incluyen el Corán, que se considera la palabra textual de Dios, así como las enseñanzas y prácticas (sunnah) transmitidas a través de los relatos tradicionales (hadiz) de Mahoma.
Los orígenes del término «sufí» han sido objeto de debate entre los investigadores, y algunos sugieren que podría estar relacionado con la palabra griega «sophía», que significa «sabiduría». Sin embargo, la mayoría de los académicos considera que se deriva de la palabra árabe «suf», que significa «lana», en referencia a las ropas sencillas que solían usar los sufíes originales. También son conocidos como los «dervish» (de donde proviene el término «derviche» en castellano) o «fuqara», que son los términos persa y árabe para referirse a los pobres.
Las raíces del sufismo se remontan a los primeros días del Islam, cuando se configuró como una dimensión ascética de la fe. Las semillas preislámicas del sufismo podrían encontrarse en los ritos zoroástricos y un sincretismo con los místicos cristianos de Siria o Egipto. Es la rama mística y esotérica del Islam. Esta corriente espiritual se extendió desde las tierras de Arabia y llegó a abarcar un amplio territorio, desde Marruecos hasta Indonesia. El sufismo se distingue por ser una vertiente del Islam que trasciende las fronteras políticas y geográficas, los conflictos religiosos, las escuelas de jurisprudencia islámica, así como las divisiones por motivos de clan, género y clase
SOBRE LA DOCTRINA ISLÁMICA:
Los pilares del islam según la opinión de Sunita son cinco:
- El primer pilar del islam, conocido como el testimonio o «shahada«, proclama: «No existe más deidad que Alá (la fuente suprema) y Mahoma es su mensajero (el último)».
- La segunda práctica esencial, la oración o «salat«, se realiza cinco veces al día en momentos específicos (al alba, al mediodía, en la tarde, al atardecer y en la noche). Estas oraciones están dirigidas hacia La Meca, especialmente la oración comunitaria de los viernes en la Mezquita, que es presidida por el califato.
- El tercer pilar es el «azaque«, una limosna obligatoria que implica un tributo económico sobre la propiedad privada, destinado a un grupo específico de personas en un momento determinado. Por ejemplo, la cantidad mínima para pagar el azaque equivale a 85 gramos de oro o su valor equivalente en efectivo, y si una persona no necesita ese monto, debe donar el 2.5% a quienes son merecedores del azaque.
- El cuarto pilar es el «ayuno» o «sawm» durante el mes de Ramadán (el noveno mes según el calendario lunar islámico[1]). Consiste en abstenerse de comer, beber y mantener relaciones sexuales desde el amanecer hasta el atardecer. Existen excepciones por razones de salud, edad, embarazo o viaje, pero en tales casos, se espera que se compense con una donación equivalente a los necesitados o con un ayuno en otro momento del año.
- El quinto pilar es la «peregrinación» o «hajj» a la Mezquita Sagrada de La Meca, en particular, a la Kaaba, que es considerada por los creyentes como el primer santuario monoteísta, construido por Adán y posteriormente reconstruido por Abraham e Ismael. Se espera que cada musulmán realice esta peregrinación al menos una vez en su vida, siempre que disponga de los medios necesarios para hacerlo.
El estilo de vida islámico se fundamenta en una relación personal entre el individuo y Alá, y sigue los principios de la Sharia. Esta palabra, que se traduce como «camino del islam» hacia la salvación, comprende un conjunto de normas que rigen la vida y conducta de los musulmanes. La Sharia ejerce influencia en todas las esferas de la vida, tanto pública como privada, incluyendo la moralidad, la vida familiar, la política y los asuntos comerciales. Esta ley islámica se originó en el siglo VII, durante la época del profeta Mahoma, y se consolidó en los diversos reinos musulmanes que surgieron después de su fallecimiento en el año 632 d.C.
Al igual que cualquier sistema legal, la Sharia cuenta con un código penal que divide las ofensas en dos categorías. Por un lado, están las ofensas graves o «hadd«, que conllevan castigos establecidos como azotes, amputaciones o lapidaciones, e incluyen delitos como el adulterio, el falso testimonio o la apostasía. Por otro lado, las ofensas menos graves o «tazir» son sancionadas a discreción de los jueces islámicos.
Según la interpretación más radical del islam, el Corán y la sunna son productos de la revelación divina de Alá, lo que implica que la ley islámica debe seguirse fielmente de acuerdo con estos textos. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes rechazan las aplicaciones más extremas de la Sharia, como la lapidación de adúlteros, y prefieren que solo se aplique en disputas familiares o asuntos de propiedad. Además, existen varias escuelas de jurisprudencia islámica que difieren en la literalidad con la que interpretan la Sharia, lo que conduce a diversas interpretaciones y prácticas en diferentes comunidades musulmanas.
No todos los países de mayoría musulmana adoptan el islam como religión oficial, ni todos incorporan la Sharia en su sistema legal, y cuando lo hacen, suele ser de manera parcial. Algunos estados, como Pakistán, Mauritania, Irán, Afganistán o Libia, se declaran islámicos en sus constituciones. En otros, como Arabia Saudita, Irán o el Afganistán bajo el control de los talibanes, se ha aplicado de manera estricta el sistema penal de la Sharia, lo que ha suscitado críticas de defensores de los derechos humanos en todo el mundo. Sin embargo, la mayoría de los países musulmanes han adoptado sistemas legales mixtos, como Marruecos, que incorporan elementos de la Sharia y de la tradición legal francesa.
[1] Es una conmemoración de la primera revelación de Mahoma. El cumplimiento anual del Ramadán está considerado como uno de los Cinco Pilares de Islam y su duración es de veintinueve a treinta días, a partir de la luna creciente hasta la próxima luna creciente.
SOBRE EL ISLAMISMO:
El islamismo, también conocido como islam político, es un movimiento político que aboga por la aplicación de las normas islámicas en todos los aspectos de la vida, tanto pública como privada. Mientras que muchos partidos islamistas adoptan una postura moderada, como el Partido del Renacimiento en Túnez, que es una formación islamista democrática, otros pueden ser más conservadores en su enfoque. Ejemplos de partidos islamistas incluyen a los Hermanos Musulmanes en Egipto, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) liderado por el presidente Erdoğan en Turquía, y el partido homónimo en Marruecos. Es importante destacar que el islamismo no es automáticamente sinónimo de extremismo.
Sin embargo, el islamismo también puede tomar formas más radicales, llegando incluso a respaldar la violencia para lograr sus objetivos. La versión más extrema se manifiesta en el terrorismo yihadista, que ataca a musulmanes que, según su interpretación, no siguen estrictamente la Sharia, así como a personas de otras religiones que consideran «infieles». Ejemplos de organizaciones yihadistas incluyen a Boko Haram, que busca establecer un régimen islámico en Nigeria y actúa en países vecinos, y las prominentes Al Qaeda y Dáesh, ambas organizaciones terroristas con alcance global que buscan establecer un califato basado en la versión más radical de la ley islámica.
En cuanto al salafismo, se trata de una corriente del islam suní que pone un fuerte énfasis en la estricta adhesión al Corán y a las escrituras sagradas. Aunque en términos generales comparte principios fundamentales, se pueden identificar tres facciones principales dentro del salafismo, cada una con sus propias características, y todas ellas alegan representar la auténtica forma del islam: los quietistas, el salafismo político y el yihadismo.
El salafismo es una corriente del islam que ha ganado prominencia y ha sido ampliamente cubierta por los medios de comunicación en los últimos años, especialmente después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. A pesar de esta atención mediática, el salafismo sigue siendo en gran medida desconocido para muchos, en parte debido al uso incorrecto que a menudo hacen los medios al tratarlo como un grupo homogéneo con principios e ideales uniformes. Sin embargo, esta percepción no es precisa, ya que existen diferencias significativas entre las diversas tendencias dentro del salafismo.
La palabra «salafismo» se deriva de la expresión árabe «al salaf al salih», que se traduce como «los antepasados devotos». Esta expresión hace referencia a las tres primeras generaciones de musulmanes. La primera manifestación de la creencia salafista surgió en el siglo IX con el movimiento conocido como «Ahl al Hadith» o «los seguidores de las narraciones proféticas». Este movimiento aboga por la interpretación textual de las escrituras y enseñanzas del profeta Mahoma. Entre los autores más influyentes de este período se encuentra Ahmad bin Hanbal, un teólogo y jurista iraquí que fundó el hanbalismo, la escuela más rigurosa y literalista de las cuatro escuelas de interpretación del islam suní. El hanbalismo se caracteriza principalmente por su rechazo de las opiniones personales en la interpretación de los textos religiosos.
En los siglos XIII y XIV, un teólogo y jurista islámico llamado Ibn Taymiya, que también era miembro de la escuela hanbalí, desempeñó un papel fundamental al desarrollar interpretaciones extremadamente estrictas de las escrituras sagradas. Sus ideas influyeron en gran medida en el pensamiento religioso de su tiempo y sentaron las bases para corrientes posteriores, incluido el wahabismo.
Muhamad ibn Abd al Wahab, en el siglo XVIII, se inspiró en gran medida en las enseñanzas de Ibn Taymiya para fundar el wahabismo en la península arábiga. Esta corriente representó una reforma del hanbalismo que introdujo prohibiciones como la visita a tumbas y mausoleos, así como el uso del rosario islámico, entre otros cambios. Todas estas contribuciones y corrientes sentaron las bases para la forma actual del salafismo, que emergió en el siglo XX.
El salafismo político tiene sus raíces en los Hermanos Musulmanes, una organización islamista originada en Egipto. En la década de 1950, después de un intento fallido de atentado contra el presidente egipcio Gamal Abdel Náser, muchos miembros de la organización comenzaron a ser perseguidos y encarcelados. Como resultado, varios miembros de los Hermanos Musulmanes se exiliaron a Arabia Saudita en los años siguientes, donde comenzaron a promover una agenda más centrada en la política, en contraste con la tradición quietista que predominaba en el país. A partir de las décadas de 1980 y 1990, la autoridad de los salafistas quietistas comenzó a verse desafiada cuando un grupo de jóvenes académicos, que simpatizaban con el salafismo político, emergieron de las universidades y ganaron popularidad en Arabia Saudita y en otros países como Kuwait o Argelia.
Un momento crucial en la división entre las corrientes quietista y política del salafismo fue la fetua de la guerra del Golfo, que consistió en una declaración legal del islam en la que las autoridades quietistas saudíes respaldaron el despliegue de tropas estadounidenses en suelo saudí como medida de protección contra la amenaza del ejército iraquí de Saddam Hussein. A diferencia de los salafistas quietistas, los salafistas políticos rechazaron esta fetua argumentando que las autoridades quietistas no habían logrado comprender las verdaderas motivaciones de Estados Unidos para defender el territorio saudí, que según ellos consistían en el deseo de ejercer un mayor control sobre Oriente Próximo. Este ejemplo ilustra una de las principales diferencias entre los dos grupos: los salafistas políticos respetan y no cuestionan el conocimiento religioso de los salafistas quietistas, pero los critican por considerarlos una facción obsoleta y aislada del mundo contemporáneo. Esto, según los salafistas políticos, los lleva a cometer errores en asuntos de política nacional e internacional y a emitir fetuas mal fundamentadas.

Andrei Calderón Enríquez
Presidente y socio fundador de Stratega. Especialista en comercio internacional, acceso a mercados, geoestrategia comercial y geopolítica. Asesor, consultor y desarrollador de proyectos.
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