Durante mayo de 2025, los puertos de Los Ángeles y Long Beach, que gestionan más de un tercio de las importaciones estadounidenses en contenedores, han experimentado una disminución significativa en su actividad operativa. Esta situación se atribuye principalmente a la intensificación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, caracterizada por la imposición de aranceles elevados por parte de la administración Trump.
Según datos recientes, el volumen de carga en el Puerto de Los Ángeles ha disminuido en un 35% en comparación con el mismo período del año anterior. Este descenso se ha traducido en la cancelación de más de 30 arribos de buques portacontenedores, lo que representa una reducción de aproximadamente 400.000 contenedores en tránsito.
El impacto laboral es igualmente preocupante, puesto que trabajadores afiliados al sindicato International Longshore and Warehouse Union (ILWU) han reportado una disminución en sus horas de trabajo, pasando de jornadas habituales de cinco o seis días a solo tres o cuatro días semanales. Esta reducción afecta directamente a aproximadamente 9.000 trabajadores de tiempo completo y 6.000 eventuales.
Por supuesto que también la cadena de suministro terrestre se ha visto afectada, empresas de transporte y almacenamiento en Long Beach han experimentado una caída del 30% en su actividad, lo que ha generado despidos y cierres temporales en talleres de reparación de tráileres y restaurantes locales.
A nivel internacional, las exportaciones chinas hacia Estados Unidos han disminuido un 21% en abril, mientras que han aumentado hacia Europa, el sudeste asiático y África. Mientras que grandes corporaciones, como Apple, han acelerado la relocalización de su producción hacia países como India para mitigar el impacto de los aranceles.
La incertidumbre generada por esta guerra comercial ha llevado a empresas a reconsiderar sus rutas y proveedores. Mientras que grandes corporaciones como Amazon y Walmart lograron adelantar importaciones antes de la imposición de aranceles, las pequeñas y medianas empresas no tuvieron la misma capacidad de reacción, profundizando las desigualdades en el sector.
En cuanto a las medidas que deben tomar las organizaciones para mitigar los efectos derivados de la guerra comercial, un artículo para la revista digital The Logistics World indica las siguientes recomendaciones para el sector B2B:
- Diversificación de rutas marítimas: Explorar alternativas en puertos de Canadá (Vancouver) o México (Lázaro Cárdenas) para evitar cuellos de botella en California.
- Revisión de contratos con navieras: Negociar cláusulas flexibles que permitan adaptarse a cancelaciones inesperadas.
- Optimización de inventarios: Adoptar estrategias de inventario "just-in-case" en lugar de "just-in-time" para absorber fluctuaciones en la cadena de suministro.
- Colaboración sectorial: Formar alianzas para presionar colectivamente por soluciones políticas que mitiguen el impacto de los aranceles.
En definitiva, la situación actual en los puertos de Los Ángeles y Long Beach refleja las profundas repercusiones de las políticas comerciales proteccionistas adoptadas por la administración estadounidense. La combinación de aranceles generalizados, incertidumbre regulatoria y alteraciones en las relaciones bilaterales ha generado un entorno operativo inestable que impacta no solo a las grandes corporaciones importadoras, sino también a las pequeñas y medianas empresas. La necesidad de estrategias adaptativas y colaborativas se vuelve imperativa para enfrentar los desafíos presentes y futuros en el comercio internacional.


Sharon Picado Villalobos
Agente de Inteligencia Comercial y Jefa de Operaciones en STRATEGA. Licda. en Administración Aduanera y Comercio Exterior de la Universidad de Costa Rica. Especialista en Inteligencia Comercial.
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