“Hoy es el comienzo de un viaje (…) este es el momento europeo del hombre en la luna”, expresaba Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, un 11 de diciembre de 2019, minutos antes de presentar una nueva propuesta sobre clima y ambiente, desconocida a ese momento, pero que entendemos hoy como el “Pacto Verde Europeo”.
El Pacto Verde es probablemente la propuesta política más ambiciosa e importante de la Unión Europea (UE) desde su constitución en 1993. Como objetivo macro, se propone alcanzar la neutralidad climática a 2050, una meta acorde con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París. Para lograrlo, define una matriz política organizada en torno a energía, industria, edificación, movilidad, agricultura y alimentación.
Si bien el Pacto Verde podría entenderse como un compendio de normas y regulaciones para lograr este objetivo, es realmente una estrategia integral de largo plazo, una que penetra en el tejido estructural de sus países miembros y que posee una capacidad potencial transformadora, no solo del ambiente, sino también de la economía, la sociedad y del rol de la Unión Europea en el comercio multilateral. Es en cierta manera un verdadero “despertar geopolítico”.
¿Qué explica su creación? ¿Cómo entenderlo? ¿Qué implicaciones posee para otros países? En las siguientes líneas descifraremos algunos aspectos clave y sus posibles alcances, o no, para el comercio de Costa Rica con Europa. Bienvenido.
¿DÓNDE ESTAMOS EN ESPACIO Y TIEMPO?
La Unión Europea ha sido uno de los proyectos geopolíticos más importantes para la humanidad como sociedad. Con todos sus errores y virtudes, si una nave alienígena visitase la tierra, probablemente sea aquí donde elija aterrizar, en un rincón del mundo que aspira a la congruencia.
Sin embargo, congruencia es siempre un concepto relativo en tiempo y espacio. Pareciera que la Unión Europea, ha perdido congruencia con respecto a otros actores del mundo, ¿o es el mundo que la ha perdido con ella? Concuerdo con Luuk Van Middelaar, analista e historiador, quien expresa que, para convertirse en actor geopolítico, Europa debe cambiar el pensamiento universalista e intemporal en el que está refugiada desde la Segunda Guerra Mundial. Le hace falta asumir la “finitud del espacio y del tiempo”, volviendo a aprender el lenguaje del poder.
Poder, es precisamente el primero de tres elementos en esta historia. El poder es la pluma con la cual se escribe la historia.
La crisis del euro; la crisis migratoria; las relaciones con la Turquía de Erdoğan; los flujos de inversión de Xi Jinping; el “America First” de Donald Trump; el renovado poder de la extrema derecha europea y las grietas dejadas por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Son todos estos fenómenos que han hecho retumbar a Europa y su congruencia, o no, sobre su proyecto político comunitario. Son a su vez puntos clave que pueden explicar, en parte, la toma de conciencia de la Unión Europea sobre dónde se ubica esta en el espacio y tiempo. “La Historia está de vuelta”, declaraba desde 2014 el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Esto es cierto al entender que los ciclos de poder son repetitivos, pero con renovados actores, basta con dimensionar que el mundo sigue siendo esencialmente bipolar. La pregunta clave para la Unión Europea es: ¿cómo nos encuentra parados este advenimiento?
Territorio. El segundo elemento en esta historia. Territorio son las páginas donde se escribe la historia.
El Pacto Verde Europeo, anunciado a finales de 2019, fue una antesala imprevista para dos eventos disruptivos de alcance global: la pandemia de coronavirus en 2020 y el posterior estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania en 2022. Estos eventos cuestionaron nuevamente el rol de poder de Europa, evidenciando con la pandemia dependencias importantes en cadenas de valor sensibles, como la sanitaria y tecnológica en microprocesadores. Por su parte, el suelo Euroasiático es nuevamente lugar de Guerra, en el propio patio de la Unión Europea, quedando esta vulnerable en materia de seguridad, energía y alimentación. Sobre todo, quedando la Unión Europea en el medio de dos fuerzas de choque, una nueva “guerra fría” entre Estados Unidos-OTAN, y Rusia-China, en contraparte. Los dados del poder se juegan nuevamente en territorio europeo.
Narrativa. La narrativa es el tercer elemento de esta historia. Narrativa es quien ejerce la pluma, selecciona las páginas, y el tono del relato.
¿Qué elementos alimentan la identidad europea en el tiempo y espacio moderno? ¿Qué narrativa se relata a sí misma Europa ante todos los desafíos y fenómenos expuestos anteriormente? ¿Qué congruencias sigue encontrado ésta entre sus aliados más cercanos?
La narrativa europea, centrada en la integración como pilar para el desarrollo, pareciese incongruente ante un escenario en donde el resto del mundo no avanza necesariamente hacia el orden multilateral. La crisis de la globalización y la regionalización de las economías reclama su lugar en la narrativa.
Poder, territorio y narrativa: es geopolítica.
El Pacto Verde Europeo, busca ser uno de los pilares en la estrategia europea para reinventar su papel geopolítico. Más allá de su rostro ambiental, implica una redefinición integral del contrato social europeo, replanteando el rol de poder de la Unión Europea en el mundo y en el sistema multilateral.

¿CÓMO ENTENDER AL PACTO VERDE?
Habiendo descifrado los telones de fondo de esta propuesta, entendamos ahora algunas consideraciones clave sobre ella:
- El Pacto Verde no es una normativa o documento único. Es una iniciativa que debe valerse de la aprobación o modificación de legislación en una gran amplitud de temas, todo para poder alcanzar eventualmente sus objetivos.
- Algunos de sus objetivos están ya respaldados por normativa aprobada por el Parlamento Europeo, para la cual puede ya consultarse sus versiones finales. Para el cumplimiento de otros objetivos estos no tienen aún un texto legal que determine cómo se lograrán, sino que se mantienen en iniciativas y aspiraciones, aunque algunos sí poseen versiones de borrador de posibles propuestas legislativas.
- El Pacto Verde es un proyecto vivo y su camino normativo está aún en etapas iniciales. Esto significa que será un proceso de mediano y largo plazo, en donde se deberá estar atento al día a día en su desarrollo. Habrá normas nuevas que se aprueben, otras que queden sin vigencia y otras que estarán en proceso constante de debate. Estar al tanto.
- No posee fuerza de ley para otros países fuera de la Unión Europea. No obstante, la Unión Europea se vale de su fuerza de mercado, es decir, del tamaño de su mercado doméstico y de la importancia comercial que supone para terceros países proveedores, para exigir el cumplimiento de nuevos estándares basados en las regulaciones derivadas del Pacto Verde, a cambio de acceso al mercado. En el comercio, a esta dinámica se le conoce normalmente como “normas espejo”. Este es uno de los puntos de inflexión más claros con respecto a la nueva política ambiental de la UE y su capacidad para moldear las dinámicas del sistema multilateral.
IMPLICACIONES PARA COSTA RICA
Las implicaciones para Costa Rica son muchas más que las evidentes.
De acuerdo con datos oficiales, la Unión Europea es la tercera región en importancia para las exportaciones costarricenses de bienes, con más de $2.627 millones en 2021 y mostrando un crecimiento del 5% anual promedio en los últimos cinco años. De este total, el 55% del valor consiste en productos agroalimentarios. Es decir, si bien analizar todos los sectores exportadores resulta esencial, es este uno de los que podrían verse mayor comprometidos por las nuevas regulaciones europeas.
Cinco maneras en las que este sector debe de prepararse ante el Pacto Verde Europeo:
- A 2030, todos los envases y empaques alimentarios deberán poder ser reciclables y contar con un porcentaje de material reciclado, lo cual posee implicaciones para empresas de productos alimentarios empacados, de bebidas y empaques agrícolas.
- Se prohibirá todo material de empaque que no sea estrictamente funcional, por ejemplo, todos aquellos espacios vacíos que son normalmente rellenados con materiales varios, como espumas, recortes de papel, de cartón, burbujas y otros.
- A 2030 la UE buscará reducir a la mitad el uso de plaguicidas químicos y plaguicidas de alto riesgo. Para lograr esto, entre otras cosas, reducirá progresivamente su lista de sustancias autorizadas. Esto significa que, para países proveedores como Costa Rica, las opciones en este ámbito serán cada vez más limitadas. Este es un punto sensible, ya que según un informe de la UNOPS Costa Rica destaca como uno de los países que más plaguicidas utiliza en términos de kilogramos por hectárea.
- A finales de 2026 el sistema de reconocimiento de equivalencias para la certificación orgánica cambiará para Costa Rica; esto significa que el país deberá de negociar nuevamente su protocolo de equivalencias orgánicas con la Unión Europea.
- En el caso específico de productores de café, aceite de palma, cacao, madera, ganado bovina y caucho, así como sus subproductos (una lista total de 66 partidas arancelarias), estos deberán evidenciar que sus tierras están libres de deforestación, así como geolocalizar sus terrenos.
YA LO HEMOS HECHO
El Pacto Verde es para nuestro país y la mayoría de latinoamérica un terreno desconocido, pero pronto a conocer.
Requerirá de cambios en ámbitos que no son solo ambientales, sino de naturaleza esencialmente productivos. Requerirá sobre todo del compromiso y el ingenio costarricense, de su capacidad por hacer un alto en su andar, resolver, y continuar avanzando. Ya lo hemos hecho en el pasado, de ello surgieron grandes hitos en nuestra historia, desde el voto femenino, la educación universal, la enseñanza pública, la abolición del ejército o la seguridad social.
¿Cuál es el poder, el territorio y la narrativa de la Costa Rica de esta era? Estamos llamados a impulsar nuestro propio Pacto Verde, uno en nuestros términos e idiosincrasia.
Tenemos la oportunidad histórica para colocar, junto al europeo, a un tico en el espacio.
Ya lo hemos hecho.

Andrei Calderón Enríquez
Presidente y socio fundador de Stratega. Especialista en comercio internacional, acceso a mercados, geoestrategia comercial y geopolítica. Asesor, consultor y desarrollador de proyectos.
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